miércoles, 28 de enero de 2015

LA GUERRA EN ULTRAMAR

LA GUERRA EN ULTRAMAR
Antecedentes
Para comprender las causas de la Guerra de Cuba nos tenemos que remitir a la Guerra Larga (1868-78) debida a los intereses opuestos, en lo político y económico, entre cubanos y peninsulares. Cuba carecía de derechos políticos y seguía gobernada por un capitán general con poder absoluto. El monopolio comercial español y los aranceles limitaban su actividad comercial que, sin embargo, tenían en Estados Unidos el principal mercado para su producción agraria. La Paz de Zanjón, que prometía autonomía, fin del esclavismo y amnistía política, puso fin a este conflicto, pero su incumplimiento, debido a la oposición de los grandes propietarios cubanos y de los comerciantes españoles, sirvió de detonante para la guerra definitiva. El deseo de independencia fue desplazando al de autonomía.
El incumplimiento de lo pactado en la Paz de Zanjón desencadenó la reanudación del conflicto en 1895, tras el episodio conocido como la “Guerra Chiquita” (1879/80). La dependencia política y económica de Cuba respecto a la metrópoli y los intereses geoestratégicos estadounidenses, que apoyaron a los independentistas, encendieron de nuevo la mecha
Cuba, la perla de las Antillas
Tras la paz de Zanjón 1878, Cuba esperaba que el gobierno español, aplicara las reformas prometidas:
·         igualdad en derechos y  representación en  Cortes como el resto de españoles peninsulares
·         participación en el gobierno de la isla
·         libertad de comercio
·         eliminación de la esclavitud (ingenios de azúcar)
Pero ninguna de estas peticiones se iba a llevar a cabo debido a la oposición de los grandes propietarios, los negreros y los comerciantes peninsulares.
            En Cuba igual que en la península se crean dos grandes partidos:
­          Partido autonomista integrado por cubanos, pedía autonomía con un programa de reformas políticas y económicas, pero sin llegar a la independencia total. Tuvo una amplia representación en el Parlamento español.
­          Unión constitucional, partido españolista que cuenta con un gran apoyo de peninsulares en Cuba
Durante los gobiernos de Sagasta se intenta introducir mejoras en la isla, pero sólo logra abolir de manera formal la esclavitud 1888
            En 1893 se intenta reformar el estatuto colonial cubano, pero la presión de los intereses coloniales económicos españoles puso freno a su desarrollo.
La administración fue ineficaz para introducir reformas en la isla, lo que provoca  un deseo mayor de independencia y emancipación.
            En esta línea surge José Martí que funda el Partido Revolucionario Cubano con el objetivo de alcanzar la independencia, propugnaba la construcción de una república independiente y democrática para lo que busca el apoyo de EEUU
Este grupo alcanza un gran apoyo social en el que destacan revolucionarios como Máximo Gómez, Antonio Maceo y Calixto García que habían luchado en la guerra de los Diez años y no habían aceptado los acuerdos de Zanjón.           El problema se inicia en 1891 cuando el gobierno español eleva las tarifas arancelarias para los productos importados a la isla que no fuesen peninsulares (arancel Cánovas).

            Su principal cliente era EEUU que compraba el azúcar y el tabaco cubanos, pero no podía vender en la isla si no pagaba altos aranceles de entrada. Así adquiría el 88% de productos cubanos pero solo vendía un 32% ya que el resto de productos se compraban en España.
            Así el presidente norteamericano McKinley se queja de tal situación y amenaza con cerrar las puertas al azúcar y el tabaco cubano si España no variaba la política arancelaria.  De esta forma el gobierno español temía que a las ideas independentistas se sumara la ayuda norteamericana.
La gran insurrección
            En 1879 se produjo una nueva insurrección que dio lugar a la “Guerra Chiquita” los mambises (insurrectos cubanos) fueron derrotados al año siguiente por la falta de apoyos, la escasez de armamento y la superioridad del ejército español.
            Años más tarde en febrero de 1895, se inicia un levantamiento generalizado al Grito de Baire, -¿Viva Cuba libre!-  y el Manifiesto de Montecristi que comienza en Santiago de Cuba y se extiende rápidamente hasta la capital.
            El jefe del gobierno Cánovas envía un ejército al mando de Martínez Campos con la intención de pacificar la isla a través de una fuerte acción militar pero acompañada de un esfuerzo político  de conciliación con los sublevados.
            Martínez Campos fracasa  y será sustituido por Valeriano Weylar que cambia los métodos de lucha e inicia una férrea represión. Así para evitar el apoyo campesino a la insurrección, se organizan las “concentraciones de campesinos” y se les obliga a cambiar de asentamiento recluyéndolos en determinados pueblos sin posibilidad de contacto con los combatientes. Trochas.
            Weyler destacó por la dureza de su represión, aplicando la pena máxima a los rebeldes e incluso a la población civil, a la que ya afectaba el hambre y las epidemias.
            A nivel militar la guerra no fue muy favorable a los españoles. Su desarrollo en plena selva, la manigua era un gran inconveniente. Además los españoles no estaban preparados para luchar contra unas fuerzas que se agrupaban y se dispersaban rápidamente. El ejército español no contaba con los medios adecuados, estaba mal aprovisionado, le faltaban pertrechos y era presa de las enfermedades tropicales.
            En 1897 tras la muerte de Cánovas, el gobierno liberal destituye del cargo a Weyler y envía al general Blanco. Este inicia una estrategia conciliadora con los cubanos a fin de llegar un acuerdo por el que Cuba siguiese bajo soberanía española y evitar así el conflicto con EEUU
            Las reformas que se decretan, autonomía para la isla, sufragio universal masculino, igualdad de derechos con los peninsulares y autonomía arancelaria llegaron demasiado tarde que ya contaban con el apoyo norteamericano.
Paralelamente en 1896 se produce una rebelión en las islas Filipinas. Esta zona apenas si contaba con población española y la presencia militar era igualmente  débil, aunque la presencia de misioneros era considerable. Además los intereses económicos en la zona también eran menores que en Cuba, de allí interesaba el tabaco y que era un lugar geoestratégico para el comercio con Asia.
El independentismo filipino se organiza en torno a la Lliga Filipina de José Rizal y la organización clandestina Katipunan que contaban con el apoyo de una parte de la burguesía mestiza hispanohablante y de la población indígena.
La insurrección se inicia en Manila, que será duramente reprimida por García Polavieja que condena a Rizal a muerte. Con la llegada de los liberales al gobierno español, se nombra como capitán general a Fernando Primo de Rivera pacifica momentáneamente la insurrección.
La intervención de Estados Unidos
EEUU tenía su zona de influencia en el Caribe y en el Pacifico, en Hawái y Japón.  Respecto a Cuba, su interés ya se había demostrado en diferentes opciones de compra de la isla que España había rechazado. Además el presidente Mckinley mostraba abiertamente su apoyo a los insurrectos  mediante el envío de armas.


La ocasión para la guerra se la dio el incidente con el acorazado estadounidense Maine que estalla en el puerto de La Habana en abril de 1898. EEUU culpa falsamente al estado español enviando un ultimátum exigiendo la retirada de Cuba.
El gobierno español negó cualquier ataque a intereses norteamericano y rechaza el ultimátum, amenazando con declarar la guerra en caso de invasión de la isla. Así aunque los españoles eran conscientes de su inferioridad militar, sería humillante  deshonroso, aceptar sin luchar, el ultimátum.
La guerra hispano-norteamericana se inicia con el envío de una escuadra al mando de Cervera que será rápidamente derrotada en la batalla de Santiago, donde barcos modernos se enfrentan a los antiguos barcos españoles. Igual suerte sufre la escuadra española en Filipinas en la Batalla de Cavite.
La desigualdad de fuerzas, por su número y nivel tecnológico, explican la brevedad de la batalla y la contundencia de la derrota que apenas supuso bajas para EEUU mientras que murieron unos 600 españoles y todos los supervivientes fueron hechos prisioneros. Unas semanas después los norteamericanos desembarcaban en Puerto Rico
En diciembre de 1898 se firma la Paz de Paris en la que España se compromete a abandonar Cuba, Puerto Rico y Filipinas que pasaron a ser un protectorado norteamericano.
El ejército español volvía vencido y destrozado mientras que los españoles que vivían en la isla se preparaban para la repatriación.
LAS CONSECUENCIAS DEL DESASTRE DEL 98
Una crisis política y moral.
La guerra supuso unas notables pérdidas materiales en la colonia, pero no así en la metrópoli, donde la crisis económica fue menor. Para hacer frente a los gastos de la guerra se llevó a cabo una reforma de la Hacienda de Fernández Villaverde que aumentó la presión fiscal.
A pesar de la derrota, tampoco sobrevino una crisis política, ya que  El sistema de la Restauración sobrevivió. Sin embargo, se empiezan a difundir las ideas políticas regeneracionistas que eran muy críticas con el sistema político y la cultura españolas.
Además,  se produce un incremento del movimiento nacionalista vasco y catalán, que denuncian la incapacidad de los partidos dinásticos para llevar a cabo una política renovadora y descentralizadora.
La crisis del 98 fue sobre todo una crisis moral e ideológica que causó gran impacto. La sociedad y la clase política se sumió en un sentimiento de desencanto y frustración, ya que la derrota suponía la destrucción del mito del Imperio español (mientras en Europa se está desarrollado la carrera del Imperialismo) lo que dejaba al país como una potencia de segundo orden en el plano internacional.
En el exterior la prensa presentaba a España como una “nación moribunda”, con un ejército débil e ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos incompetentes, opiniones que en gran parte compartían la opinión pública española.
El regeneracionismo
Entre los intelectuales se sentía que se había perdido una oportunidad para modernizar el país. Esta era la línea de pensamiento de un grupo de intelectuales reunidos en la Institución Libre de enseñanza. (Creado cuando muchos profesores abandonan la universidad al prohibirse la libertad de cátedra) Entre los intelectuales destacan Francisco Giner de los Ríos, muy influido del krausismo.
            Gran parte de los intelectuales formados en la Institución pensaban que la sociedad y la política en España estaban demasiado influidas por la doctrina católica y eso entorpecía la modernización de la cultura y el desarrollo de la ciencia.
            Esta corriente que defendía la regeneración de España acabó conociéndose como regeneracionismo. Su máximo exponente fue Joaquín Costa, escritor y creador de instituciones sociales y económicas como la Lliga Nacional de Productores e inspirador de un partido político Unión Nacional, de carácter popular y crítico con el sistema de la restauración.
La crisis del 98 acentuó la crítica regeneracionista que denunciaba los efectos de la psicología colectiva española, que existía una especie de “degeneración” de lo español y que era preciso la regeneración del país.            Defienden la necesidad de mejorar la situación del campo español y elevar el nivel educativo y cultural del país (lema de Costa, escuela y despensa).
            En la década de los 90 se produce una renovación de la ciencia, con la introducción del positivismo, los adelantos de  la medicina, la ciencia experimental y la sociología. También en literatura, con la llamada “generación del 98” se intenta analizar “el problema” de España con un tono crítico y pesimista. Era el momento de una regeneración moral, social y cultural del país.
El fin de una época.
El desastre del 98 significó el fin del sistema de la Restauración canovista y la aparición de una nueva generación de políticos, científicos, intelectuales y empresarios en el gobierno de Alfonso XIII.
            Pero la política reformista de tono regeneracionista que se pone en práctica tras la crisis del 98 no llevó a cabo reformas profundas, sino que se limitó a dejar que el sistema siguiera funcionan con cambios mínimos.
La derrota militar tuvo consecuencias para el ejército, ya que se les culpabilizaba del desastre. Frente a un creciente antimilitarismo de una parte de la sociedad, un sector del ejército se inclina hacia posturas autoritarias e intransigentes, culpabilizando de la derrota a la ineficacia y corrupción de los políticos.
            Dentro del ejército se desarrolla un sentimiento corporativo, junto con el convencimiento de que debían tener una mayor presencia y protagonismo en la vida política del país. Esta intervención fue aumentando en las primeras décadas del siglo XX y culmina con el golpe de estado de Primo de Rivera y el posterior de Fco. Franco.





miércoles, 14 de enero de 2015

Tema 9. La Restauración monárquica 1875/1898

Tema 9. La Restauración monárquica 1875/1898
1.- El sistema político de la Restauración.
            El pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874 bien acogido por el ejército y las fuerzas políticas conservadoras, supuso la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII
            Estos esperaban que la nueva monarquía devolviera la estabilidad política y acabara con los intentos de revolución democrática y social en España.
El artífice del nuevo sistema era Cánovas del Castillo, cuyo objetivo era superar los problemas del liberalismo en las etapas anteriores (con Isabel II): el carácter partidista y excluyente de los moderados, el intervencionismo del ejército en la política y el aumento de los enfrentamientos civiles.
Para ellos se propuso:
·         Elaborar una constitución que articulara un sistema político basado en el bipartidismo.
·         Pacificar el país poniendo fin a la guerra de Cuba y al conflicto carlista
La primera medida fue la convocatoria de Cortes constituyentes  para elaborar una nueva constitución que será convocada entre por sufragio universal (aunque luego Cánovas vuelve el sufragio restrictivo)
La Constitución de 1876
  • Es una clara muestra de liberalismo doctrinario: con sufragio censitario y soberanía compartida entre el rey y las cortes.
  • Tiene un marcado carácter moderado y se inspira en los valores históricos tradicionales: monarquía, religión y propiedad.
  • Características de la monarquía:
­          Es una institución superior, incuestionable, permanente y al margen de cualquier decisión política.
­          Era un poder moderador que ejercería como árbitro de la vida política y garantizaría el buen entendimiento y la alternancia de partidos
­          La soberanía compartida daba amplios poderes al rey: derecho de veto, nombraba ministros, y tiene potestad para convocar las cortes, suspenderlas o disolverlas sin contar con el gobierno.
  • Las cortes eran bicamerales, senado y congreso
    • Congreso con carácter electivo.
    • Senado: la mitad de los senadores lo eran por derecho propio o vitalicio, lo que da opción al rey y al gobierno a nombrar directamente a los senadores.
  • No se fija el tipo de sufragio, que se legislaría más tarde, en 1878, estableciendo el voto censitario, limitado a los mayores contribuyentes.
  • Proclama la confesionalidad católica del Estado, tolerando el resto de creencias, pero sin hacer manifestación pública de las mismas.
    • Se establece un presupuesto para el culto y el clero.
  • Contiene una amplia declaración de derechos, concretadas en leyes ordinarias posteriores (pero en general se restringieron los de imprenta, expresión, asociación y reunión)
El sistema canovista: bipartidista y turno pacífico.
Se basaba en la existencia de dos partidos y la alternancia de estos en el poder. Así los dos grandes partidos, liberal y conservador accedían al poder por turno, de forma pacífica asegurando así la estabilidad institucional entre las dos posturas liberales al tiempo que se alejaba al ejercito de la vida política.
De esta forma mediante una Real Orden de 1875 la misión del ejército era defender la independencia nacional y no debía intervenir en política. Así el ejército quedaba subordinado al poder civil y se ponía fin al problema de los pronunciamientos.
El fin de los conflictos bélicos.
La restauración borbónica puso fin a las aspiraciones legitimistas de los carlistas. Además, un buen grupo de estos terminó aceptando a Alfonso XII. Al tiempo que Martínez Campos forzaba a los carlistas a rendirse en Cataluña, Aragón y Valencia, pero resisten unos pocos meses más en el País Vasco y Navarra hasta su total rendición en 1876. En febrero de ese año Carlos VII cruzaba la frontera francesa.
            La consecuencia de la derrota carlistas supuso la abolición del sistema foral por lo que los territorios vascos quedaron sujetos al pago de impuestos y al servicio militar como el resto del Estado.  (En 1878 se le adapta un concierto económico que  una le permitiría una cierta autonomía fiscal)
También se puso fin a la guerra con Cuba, la Guerra de los diez años 1868/1878 con la firma de la Paz de Zanjón que ofrecía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud y la promesa de reformas políticas y administrativas. Pero el incumplimiento y retraso de estas, provocó un nuevo conflicto en 1879, la Guerra Chiquita y una nueva insurrección en 1895.


2.-La vida política y la alternancia en el poder
Cánovas dirigente del partido Alfonsino, tras el regreso del rey, lo transformará en el partido Liberal-Conservador que agrupara a los partidos más conservadores (menos carlistas e integristas) y que acabó llamándose Partido Conservador.
Para su proyecto político era necesario otro partido de carácter más progresista para cuya dirección se propuso a Sagasta. Así del acuerdo entre progresistas, unionistas y algunos republicanos nace el Partido Liberal-Fusionistas, más tarde Partido Liberal.
Eran los llamados partidos dinásticos. Ambos coincidían ideológicamente en lo básico y diferían en otros aspectos.
Coincidían en defender la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista. Sus bases sociales eran homogéneas, ya que les apoyaban las élites económicas y las clases medias acomodadas, eran partidos de minorías, de notables.
En cuanto a sus diferencias eran escasas:
Conservadores
Progresistas
Inmovilismo político
Sufragio censitario
Defienden a la iglesia y el orden social
Reformismo social progresista y laico
Sufragio universal

Pero entre ambos existía un acuerdo para no hacer leyes que forzara al otro partido a derogarlas cuando llegasen al poder.
El turno pacífico o la alternancia del poder tenía como objetivo asegurar la estabilidad institucional. Así cuando el partido en el gobierno se desgastaba o perdía la confianza de las Cortes, el rey llamaba al jefe de la oposición a formar gobierno. Éste convocaba elecciones a fin de conseguir un número de diputados suficientes para formar una mayoría parlamentaria que le permitiera gobernar.
El turno pacífico no se asentaba sobre el principio democrático de un gobierno emanado de la representación parlamentaria y esta del voto libre, sino que era resultado de un acuerdo previo entre los partidos dinásticos sobre cuál de ellos debía gobernar en cada momento en función de las circunstancias.
El sistema canovista se construyó sobre tres pilares
§  Una constitución limitada que instauraba la monarquía como forma de Estado incuestionable, ni las Cortes podían abolirla.
§  Un sistema político que sólo daba entrada a los dos partidos dinásticos, excluyendo y a menudo prohibiendo y persiguiendo a la oposición.
§  La alternancia en el poder, que quedaba asegurada por los constantes fraudes electorales propios del caciquismo.
Toda esta manipulación y fraude llevó al desencanto de buena parte de la población, por lo que el grado de abstencionismo era elevado. Esta apatía política se explica por la escasa representatividad de los partidos dinásticos, la desconfianza del electorado en las elecciones y el desinterés de la oposición en participar en el proceso electoral.
Falseamiento electoral y caciquismo
El sistema se mantuvo gracias a la corrupción electoral y a la utilización de la influencia y poder económico de ciertos individuos sobre la sociedad, el cacique. El caciquismo se dio en toda España pero con mayor intensidad en Andalucía, Galicia y castilla.
La adulteración del voto era una práctica habitual en las elecciones que se basaba en:
  • Sufragio censitario
  • Trato favorable de los distritos rurales sobre los urbanos
  • La manipulación y las trampas electorales, que falseaban los resultados.
Los caciques eran personas notables sobre todo del mundo rural, terratenientes que daban trabajo y tenían gran influencia en la vida social y política de sus localidades. A veces eran abogados, funcionarios de la administración que controlaban determinados temas como certificados, sorteo de quintas, contribuciones, etc. y podían agilizar o entorpecer determinados trámites burocráticos y administrativos. Con esta influencia orientaba el voto, “agradeciendo” con sus favores la fidelidad electoral y marginando al que no seguían sus directrices.
El cacique,  de acuerdo con las autoridades gobernadores civiles provinciales, manipulaban las elecciones, adulterando los resultados, lo que se conoce como “pucherazo”. Las formas de manipulación iban desde falsificar el censo, incluyendo a los difuntos, hasta impidiendo votar a determinadas personas. También se manipulaban las actas, se compraban votos o de coaccionaba al electorado, incluso de forma violenta.
El desarrollo del turno de partidos.
Desde 1876 hasta 1898 el turno funcionó con regularidad (seis los conservadores y 4 los liberales)
­          El partido conservador se mantuvo desde 1875 hasta 1881.
­          De 1881 hasta 1884 el liberal cuya principal medida fue la aplicación del sufragio universal para las elecciones municipales.
­          En  1884 Cánovas vuelve al poder, firmando con los liberales el Pacto del Pardo para asegurar la viabilidad del sistema tras la muerte de Alfonso XII. Así se apoyaba a la regencia de M´ª Cristina frente a las presiones de carlistas y republicanos.
­          Durante la regencia el Liberal gobernó más tiempo que el Conservador. En el llamado gobierno largo de Sagasta (1885/1890) se desarrolló una gran labor reformista:
o   Se aprueba la Ley de Asociaciones 1887, que permitiría la entrada al juego político a las fuerzas opositoras.
o   Se abolió la esclavitud 1888
o   Se establecen los juicios por jurados
o   Se establece un nuevo Código Civil 1889
o   Se realizan reformas en la hacienda y el ejército.
o   La más importante fue la aplicación del sufragio universal masculino en las elecciones de 1890. Pero la manipulación electoral dejó sin sentido la ampliación del censo (de 800.000 a 5.000.000 de hombres con derecho al voto)
­          En 1890 los conservadores vuelven al poder
­          En 1892 los liberales
­          En 1895 Cánovas vuelve al poder hasta 1897, fecha en la que fue asesinado.
Pero el personalismo político de ambos partidos (Cánovas y Sagasta) y su excesiva dependencia del líder, provoca disidencias y descomposición en ambos grupos. Así tras Sagasta, surgen líderes como Gamazo o Maura, aunque eso no evita la aparición de facciones en el mismo. Por parte del conservador, destaca Silvela que agrupa diferentes facciones del partido tras la muerte de Cánovas.
4.- Las fuerzas políticas marginadas del sistema.
El republicanismo.
Tras el fracaso del sexenio los republicanos tuvieron que hacer frente, por una parte al desencanto de sus seguidores y por otra a la represión de los gobiernos monárquicos. Además se habían dividido en diferentes tendencias y formaciones lo que restaba eficacia y apoyo electoral a su programa.
Así surgen diferentes partidos:
  • Emilio Castelar funda el Partido Republicano Posibilista, más moderado y convencido de que el sistema político de la Restauración podía garantizar el orden social.
  • El progresista Ruíz Zorrilla se decanta hacia el radicalismo sin descartar la acción directa contra la monarquía y funda el Partido Republicano Progresista que tuvo entre sus seguidores algunos militares e incluso protagonizó un intento de alzamiento.
  • Salmerón se escinde del PR Progresista y funda el Partido Republicano Centralista, contrario a actuaciones directas e insurrecciones.
  • Pi y Margall fundó el Partido Republicano Federal, el que contaba con más adeptos sobre todo de las clases populares.
 Hasta 1886 no consiguieron rehacerse como fuerza política y contar con presencia en las cortes. Por otra parte el sufragio universal le dio una cierta ventaja y estimuló la formación de alianzas: Unión Republicana (menos los posibilistas). No obstante perdió parte de sus bases sociales por la competencia de otros partidos como el PSOE fundado por Pablo Iglesias 1879.
El carlismo.
Tras la derrota de 1876 se prohibió la presencia del pretendiente don Carlos de Borbón (Carlos VII) en España, lo que provocó una grave crisis, unido a la adhesión de algunos de sus representantes más destacados a la causa Alfonsina. Además la constitución 1876 eliminaba la posibilidad de acceder al trono de toda la rama carlista de los borbones.
Carlos VII depositó su confianza en Cándido Nocedal como jefe del reorganizado carlismo. Así mantuvieron su fuerza en Navarra, País Vasco y Cataluña, pero no alcanzaron resultados significativos en el resto peninsular.
Juan Vázquez de Mella fue quien desarrolla el nuevo programa carlista, adaptándolos a la nueva situación. El programa se conoce como Acta de Loredán: se mantenían los antiguos principios de unidad católica, fuerismo, autoridad del pretendiente carlista y la oposición a la democracia, pero ya no se manifestaba a favor del Antiguo Régimen y aceptaba el sistema liberal-capitalista.
El partido también tuvo que hacer frente a escisiones como la de Ramón Nocedal, que acusaban a Carlos VII de no apoyar suficientemente la política católica impulsada por el Vaticano contra el liberalismo, fundando en 1888 el partido Católico Nacional que no le reconoce como rey y pasa a ser un partido católico integrista.
El carlismo continuó con los intentos insurreccionales, que fracasaron en 1899 y 1900, y no olvida su vinculación con el ejercito fundando una milicia el Requeté que tendría gran importancia a partir de 1930
Otras fuerzas políticas.
Dinásticos: En 1881 se funda la Unión Católica, conservador y católico con Alejandro Pidal favorable a la participación de los católicos en la política liberal, seguidores del espíritu del papa León XIII que quiso adecuar la Iglesia a las realidades del mundo moderno y sentar las bases de un catolicismo social.
Liberales: Segismundo Moret funda el Partido Democrático monárquico de una escisión de los fusionistas de Sagasta que reivindican los principios democráticos de la constitución de 1869.
También se forma Izquierda Dinástica con Serrano, pero ninguno consigue desbancar a Sagasta del liderazgo y contaron con escasos apoyos.
5.- El surgimiento de nacionalismo y regionalismos
Surgen en el último cuarto del siglo XIX y proponen políticas contrarias al uniformismo y centralismo estatal propios del liberalismo español.
El nacionalismo catalán.
Fue la región pionera en desarrollar un movimiento regionalista. Esta región había experimentado un crecimiento económico muy superior al resto peninsular.
Barcelona y su entorno eran la primera zona industrial española y en ella había surgido una burguesía de empresario industriales muy influyentes que reclamaba medidas proteccionistas para sus economías lo que favoreció su desarrollo como grupo.
Además de la economía, Cataluña vivió un notable renacimiento de la cultura  catalana y una gran expansión de su lengua propia, el catalán.
Así nacía a mitad del XIX el movimiento de la Renaixença para recuperar la lengua y las señas de identidad catalanas. El catalanismo surgía de la unión de progreso económico y cultural, del arancel y la poesía.
También se desarrolla el catalanismo político con varias corrientes. La más destacada era la de Valentí Almirall (padre del catalanismo político) que fundó en 1882 el Centre Catalá que empezó a defender la autonomía de Cataluña.
Un paso importante fue la elaboración de las Bases de Manresa un documento que proponía la consecución de un poder catalán como resultado de un pacto con la corona de forma que Cataluña sería una entidad autónoma dentro de España. De esta forma el regionalismo pasó a convertirse en un verdadero nacionalismo.
La crisis política de la Restauración aumentó el interés de la burguesía catalana por tener su propia representación política. Así en 1901 se crea la Lliga Regionalista con Prat de la Riba y Francesc Cambó. Su objetivo era alcanzar representación en las diferentes instituciones y defender los intereses del catalanismo.
El nacionalismo Vasco.
Surge en la década de 1890 y se debe a la reacción por la pérdida de los fueros tras la derrota carlista y al desarrollo de una corriente cultural en defensa de la lengua vasca, el euskera. De ahí surgirá el movimiento de los euskaros con un componente religioso y defensor de las tradiciones.
Su impulsor fue Sabino Arana, éste creía que existía un peligro para la cultura vasca ante la llegada de inmigrantes de otras regiones españolas. Pensaba que esta población de maketos (nombre dado a los inmigrantes no vascos) ponía el peligro el euskera, las tradiciones y la etnia vasca.
Sus ideas prenden en la pequeña burguesía, creando en 1895 el Partido Nacionalismo Vasco. Arana populariza el nombre de Euskadi, con una bandera propia y un lema para su partido “Dios, y ley antigua”. Su partido defendía la tradición, la lengua y las costumbres vascas, defendiendo la pureza racial de los vascos lo que le daba un carácter xenófobo.
El partido se declaró independentista, aunque fue evolucionando hacia el autonomismo. Su principal rival era el carlismo que también reclamaba la vuelta de los fueros y que en Navarra tenía más fuerza.
El nacionalismo Gallego.
El galleguismo tuvo un carácter estrictamente cultural. La lengua gallega se usaba en el medio rural y los intelectuales y literatos se propusieron extenderla a lengua literaria. Así surge la corriente de Rexurdimento con Rosalía de Castro.
En la última etapa de la Restauración fue adquiriendo un carácter político, cuando unas minorías cultas insatisfechas con el atraso económico gallego, responsabilizan al Estado de forzarlos a la emigración. Sin embargo, pese a la valía de sus componentes era un grupo minoritario. En la segunda década del XX Vicente Risco sería el gran teórico y líder del nacionalismo gallego.



EL MOVIMIENTO OBRERO. ANARQUISMO Y SOCIALISMO.

EL MOVIMIENTO OBRERO. ANARQUISMO Y SOCIALISMO.
La primera Internacional a mitad del siglo XIX era el primer intento de agrupar a todos los que veían necesaria una organización de trabajadores para conseguir la emancipación y canalizar la lucha contra el capitalismo (injusto con el trabajador).
En su fundación, organización y dirección tuvo un papel decisivo Karl Marx, que era el máximo representante del llamado socialismo científico.
Los marxistas defienden que la emancipación de los trabajadores debía ser obra de los propios trabajadores. Así, los trabajadores deben organizarse políticamente para conquistar mediante la revolución, el poder político y económico y construir un nuevo Estado obrero que consolidaría la dictadura del proletariado.

En esta Internacional también están presentes las ideas libertarias o anarquistas con Mijail Bakunin. Esta ideología mantiene una clara oposición a la acción política, a la participación del proletariado en las elecciones y a la formación de partidos políticos. Defiende la abolición del estado, incluso la dictadura del proletariado.

MARXISTAS
ANARQUISTAS
­           Partidarios de la acción política
­           Defensa de la formación de partidos obreros
­           Defensa de la revolución obrera organizada
­           Creación de un Estado obrero.
­           Dictadura del proletariado
­           Contrarios a la acción política
­           Oposición a la formación de partidos obreros
­           Defensa del individualismo
­           Rechazo a la autoridad
­           Abolición del Estado
­           Defensa de la revolución espontanea y de la acción sindical

LA LLEGADA DEL INTERNACIONALISMO 1868/1874
Tras el triunfo de la Gloriosa llega a España un enviado de la AIT, el italiano Fanelli, que viaja a Madrid y Barcelona para crear los primeros núcleos  de afiliados a la Internacional, en los que participan dirigentes sindicales como Anselmo Lorenzo y Ramón Farga Pellicer.
Fanelli difundió los ideales anarquistas como si fuera miembro de la AIT y los afiliados a esta organización lo que ayudó a la expansión y arraigo de estas ideas entre el proletariado andaluz y el campesinado andaluz.
A partir de 1869 las asociaciones obreras se expandieron en España, aunque no todas ellas formaron parte de la I Internacional. Los núcleos de mayor importancia fueron Barcelona, Madrid, Levante (Alcoy) y Andalucía (Cádiz, Málaga y Córdoba)
El I Congreso de la Federación Regional Española (FRE) de la AIT se celebró en Barcelona en 1870 con claras  tendencias anarquistas:
­           la huelga es el arma fundamental del proletariado
­           el proletariado será apoliticismo
­            la revolución social se consigue  por vía de la acción directa.

En 1871 llega a Madrid Paul Lagargue, e impulsó al internacionalismo español hacia posturas cercanas al marxismo, que desarrollará una amplia campaña a favor de la necesidad de conquista del poder político por la clase obrera.
Pronto aparecieron las primeras diferencias entre las dos corrientes del Internacionalismo lo que lleva a la expulsión del grupo netamente marxista que fundará la Nueva Federación Madrileña.
El internacionalismo tuvo su mayor difusión en la I Republica al intentar provocar la caída del Estado. El fracaso de dicho levantamiento provoca el declive de la FRE de la AIT y su posterior consideración como ilegal en el periodo de la Restauración.
El ANARQUISMO APOLÍTICO
La sección española de la FRE de la AIT cambia su nombre por el de Federación de Trabajadores de la Región Española FTRE.
La nueva federación cuyas bases se encuentran entre los jornaleros de Andalucía y los obreros de Cataluña, aumentó el número de afiliados y desarrolla una amplia campaña de carácter reivindicativo.
Pero los desacuerdos dentro de la organización provocó que una parte del anarquismo optara por la acción directa, que atentarían contra los pilares del capitalismo: Estado, burguesía e Iglesia.
                Los incidentes proliferan con atentados contra políticos, bombas en lugares destacados de la burguesía, contra las procesiones religiosas, etc. También se les acusó de estar detrás de la organización la “Mano negra”  una asociación clandestina que cometió asesinatos e incendios por toda Andalucía.
                La actuación de los grupos anarquistas fue en aumento y no siempre contra los objetivos señalados, lo que provoca una dinámica de acción/represión/acción.
                El aumento de los atentados favorece la división del anarquismo entre los que quieren continuar con la acción directa y los que prefieren una acción de masas.
Así se plantean como objetivo la revolución social y propugnaron la necesidad de fundar organizaciones de carácter sindical. Esta nueva organización de tendencia anarcosindicalista, da sus frutos en el siglo XX con la creación de Solidaridad Obrera y la CNT (Confederación Nacional del Trabajo)
EL SOCIALISMO OBRERO.
La Nueva Federación Madrileña de la AIT de tendencia marxista duró poco. Pero tras la desaparición de la Internacional sus miembros deciden constituir un partido político: el Partido Socialista Obrero Español PSOE en 1879 con Pablo Iglesias.
                El partido socialista era de orientación obrerista y partidaria de la revolución social. En su programa de reformas incluían el derecho de asociación, reunión y manifestación, el sufragio universal, la reducción de las horas de trabajo, la prohibición del trabajo infantil y otras medidas sociales.
El partido fue creciendo en todo el país, pero arraigaron más en Madrid, País Vasco, Asturias y Málaga. Tuvo menor impacto en Cataluña, dominada por el anarcosindicalismo.

                En 1888 el partido celebra su primer congreso en Barcelona, y el mismo año se fundó la Unión General de Trabajadores que no se declaró marxista sino que dejó libertad política a sus afiliados. Pero poco a poco se fue acercando a posturas marxistas. La UGT se organiza en sindicatos de oficios en cada localidad y llevó a cabo una política moderada en sus reivindicaciones, recurriendo a la huelga sólo como última oportunidad.