domingo, 21 de diciembre de 2014

LAS TRANSFORMACIONES DE LA AGRICULTURA. LAS DESAMORTIZACIONES

LAS TRANSFORMACIONES DE LA AGRICULTURA.
La concepción jurídica de los derechos de propiedad de los gobiernos liberales del siglo XIX, implican la desaparición de las formas propias del Antiguo Régimen (señorío, mayorazgo, bienes comunales, manos muertas) y la consolidación de la propiedad privada de la tierra, como parte de la nueva organización capitalista de la economía.
En sus decisiones influyen los graves problemas agrarios: la oposición del campesinado a seguir pagando viejos derechos feudales, la necesidad de acceso a la tierra, así como la de fomentar la modernización y el progreso en el sector.
De esta forma se inicia una reforma agraria liberal tras la subida de los liberales al poder en 1836, cuyo objetivo era liberar a las tierras de las trabas del Antiguo Régimen, desarrollar la propiedad privada y fomentar la economía de mercado. Las medidas principales fueron:
·         abolición de los señoríos y de los derechos jurisdiccionales
·         desvinculación de la propiedad
·         desamortización de las tierras en manos de la Iglesia y los ayuntamientos
·         así como otras medidas encaminadas a dar libertad a sus propietarios para disponer de sus tierras y sus productos, como son las leyes de cercamiento, fin del privilegio del ganado, libertad de arrendamientos, etc.
LOS EFECTOS DE LA REFORMA AGRARIA.
La abolición de los señoríos y de los derechos jurisdiccionales no significó la perdida de los derechos sobre la tierra de los antiguos señores, ya que la mayoría los había transformado en propiedad privada.
Gran parte del campesinado pleitea contra ellos para acceder a la propiedad de la tierra que cultivaban, pero los tribunales fallan siempre a favor de la nobleza, considerándola “propiedad natural” y a no ser que los campesinos tuvieran documentos (contratos) indiscutibles, la propiedad era de la nobleza.
De esta forma, aunque el campesinado queda libre del pago de las rentas señoriales su situación apenas mejora. Tras la reforma pasan a ser arrendatarios o asalariados de un propietario privado, lo que lleva a agravar el problema del jornalerismo.
La desvinculación de la tierra y las desamortizaciones de Mendizábal en 1836 y Madoz en el 1855permitireron que miles de propiedades salieran al mercado lo que modifica profundamente la propiedad territorial. Miles de edificios y parcelas agrarias cambian de dueño, aumentando el número de poseedores.
Pero el objetivo de los liberales de convertir en propietarios a los pequeños y medianos campesinos no se cumple ya que excepto en algunas zonas, compraron las tierras quienes ya las tenían y quienes contaban con recursos para comprarlas. (Funcionarios, comerciantes, militares…)
Además los nuevos propietarios estaban más interesados en conseguir beneficios rápidos, que en invertir en la tierra y dedicarse profesionalmente a ella. Los compradores no eran campesinos, así que la desamortización no consigue su objetivo, crear una amplia masa de medianos propietarios que mejoraran el sector agrícola.
Si tuvo éxito en otras cuestiones: se obtiene beneficio para financiar la guerra carlista, la hacienda pública adquiere liquidez, se fomenta la construcción del ferrocarril y la tierra se pone en mano de un sector social que quería obtener beneficios, por lo que se mejora el rendimiento debido a la expansión de cultivos y apenas por las mejoras técnicas.
 Los límites del crecimiento agrario.
La consecuencia más importante de la reforma agraria liberal fue el aumento de la roturación de tierras que estaban sin cultivar. Se pasa de 10 a 16 hectáreas y se consigue una producción de cereal suficiente, sólo se importará en ocasiones especiales, lo que va a permitir un crecimiento sostenido de la población.
La mayor expansión de cultivos se produjo en los cereales (80% del suelo) le siguen la vid, el maíz y la patata. Sin embargo el ganado sufrió un retroceso, ovino y con más intensidad el lanar. Esta ultima afectada por la bajada de las exportaciones de lana, la supresión de la Mesta y sus privilegios, así como las nuevas roturaciones. No obstante aumenta la cabaña porcina.
El aumento de la producción agrícola se alcanza por el aumento de la superficie cultivada y no por la modernización de las técnicas de cultivo, que seguían siendo atrasadas con respecto a Europa. El sector no está estancado pero los progresos son muy modestos.
El lento aumento de la productividad, clave del atraso agrícola se atribuye en parte al marco natural, orografía, suelo, clima, poco favorable, pero sobre todo a la estructura de la propiedad que no permite la mejora técnica.
Existen dos tipos de propiedades:
·         El minifundio (pequeñas propiedades) se encuentran en la submeseta norte y en Galicia. En estas propiedades la producción se destinaba al autoconsumo dada su escasa rentabilidad, lo que no permite la innovación o la venta de excedentes en los mercados.
·         El latifundio (gran propiedad)  se sitúa en Castilla_La Mancha, Extremadura y Andalucía. La mayoría de estos propietarios no estaban interesados en invertir para mejorar el cultivo, sino para obtener beneficio rápido.
Estos tipos de propiedades, frenan la innovación agrícola y deja al campesinado sin tierras en condiciones muy precarias. Esto generará una notable conflictividad campesina a lo largo del siglo XIX.


  EL PROCESO DESAMORTIZADOR.

Según la doctrina liberal, los hombres deberían ser felices. Para alcanzar dicha felicidad es necesario poseer unos bienes que aseguren tanto el presente como el futuro. Desde esta perspectiva la propiedad se convierte en un derecho natural, pues se trata del medio imprescindible para alcanzar la felicidad.

Ya que todos los hombres buscan la felicidad, es necesario que gocen de total libertad y se encuentren en igualdad de oportunidades. Atendiendo a esto, el Estado debe garantizar:
- La propiedad privada
- La libertad


De acuerdo con estos razonamientos, la revolución liberal burguesa actuó sobre el sistema de tenencia y propiedad de la tierra, logrando cambios significativos.

En el Antiguo Régimen gran parte de la tierra era de manos muertas, es decir, estaban fuera del mercado. Pertenecían a la Iglesia o a los municipios. Además de no tributar no podían ser vendidas. Al encontrarse fuera del mercado se obstaculizaba su capitalización y mejora. En el siglo XVIII los reformistas ilustrados, preocupados por maximizar los beneficios procedentes de la explotación de la tierra, trataron, tímidamente, de cambiar el sistema señorial de propiedad. Pero habrá que esperar al siglo XIX para que se produzcan verdaderos cambios en el sistema de propiedad y tenencia de la tierra. Para ello fue necesario desvincular los bienes de la nobleza y desamortizar los bienes eclesiásticos y municipales:

·         Mediante las desvinculaciones se liberan las tierras de los patrimonios vinculados, pasando sus titulares de usufructuarios a propietarios, pudiendo de este modo vender libremente sus posesiones. Para poner en marcha las desvinculaciones eran necesarias otras medidas legales previas:
­          Abolir los señoríos, lo cual implicaba acabar con las relaciones de dominio de los señores sobre los habitantes de sus territorios.
­          Convertir la tierra en propiedad particular y libre.
­          Suprimir los mayorazgos. Era ésta una institución de origen medieval mediante la que se asegura la integridad de los patrimonios, transmitiéndose estos al primogénito, que quedaba como usufructuario, no pudiendo vender los bienes heredados y debiendo transmitirlos íntegros a sus herederos.
·         A través de la desamortización el estado nacionaliza los bienes, eclesiásticos o civiles (de los municipios) para su posterior venta en subasta pública.

Con estas medidas se pretendía, en definitiva, aumentar el número de propietarios, los cuales, mediante la aplicación de su trabajo, aumentarían su riqueza, y con ello su felicidad, al tiempo que contribuirían a aumentar la riqueza nacional.

En una desamortización se pueden distinguir grosso modo varios pasos:

§  En primer lugar se promulgan leyes para proceder con las desvinculaciones de los bienes nobiliarios y la desamortización de los bienes eclesiásticos y municipales.
§  A continuación el estado se apropia de dichos bienes, dejando de este modo de estar en manos muertas (fuera del mercado) para convertirse en bienes nacionales susceptibles de ser vendidos en el mercado.
§  Finalmente esos bienes salen a la venta en subasta pública.

Los beneficios obtenidos por el Estado español fueron destinados principalmente a amortizar la dilatada deuda pública.

Pueden distinguirse una serie de fases en este largo proceso desamortizador:

- Desamortización de Godoy (1798), ministro de Carlos IV.
- Desamortización de José I y de las Cortes de Cádiz (1811-1813)
- Desamortización del Trienio Liberal (1820-1823)
- Desamortización de Mendizábal (1836-1851)

Con Godoy (1798) se vieron afectados los bienes de la Cº de Jesús y de obras pías y su objetivo fue la recaudación fiscal por las guerras
Durante las Cortes de Cádiz (1813) se atendió a los bienes de las Órdenes Militares, la Inquisición, conventos suprimidos en la guerra, afrancesados y mitad de los ayuntamientos
En el Trienio liberal (1820-23) los bienes afectados son  de los monasterios y ayuntamientos (propios y baldíos).  Y se legisla la desvinculación de los señoríos y supresión del mayorazgo
      La desamortización de Mendizábal.
La puesta en práctica de su decreto trajo la ruptura de las relaciones diplomáticas con Roma y removió y dividió la opinión pública de tal forma, que ha quedado en la historia contemporánea como "la desamortización" por antonomasia.
Durante su gobierno en 1835, lo que le preocupaba era garantizar la continuidad en el trono de Isabel II, esto era, la del nuevo Estado liberal. Para ello era condición necesaria ganar la guerra carlista, que en ese momento resultaba incierta; pero este objetivo no podría realizarse sin dinero o sin crédito.
A su vez, para poder fortalecer la credibilidad del Estado ante futuras peticiones de crédito a instituciones extranjeras, era preciso eliminar, o por lo menos disminuir, la deuda pública es decir,  pagar a los acreedores. Ante la mala situación de Hacienda, calificada por entonces de "espantosa", Mendizábal juzgó que había que recurrir a nuevas "fuentes" de financiación, y estas no eran otras que los bienes eclesiásticos

El decreto desamortizador, publicado en 1836, en medio de la guerra civil con los carlistas, puso en venta todos los bienes del clero regular -frailes y monjas-. De esta forma quedaron en manos del Estado y se subastaron no solamente tierras, sino casas, monasterios y conventos con todos sus enseres -incluidas las obras de arte y los libros-. Al año siguiente, 1837, otra ley amplió la acción, al sacar a la venta los bienes del clero secular -los de las catedrales e iglesias en general-, aunque la ejecución de esta última se llevó a cabo unos años más tarde, en 1841, durante la regencia de Espartero.
Con la desamortización de Mendizábal se pretendían lograr varios objetivos a la vez: ganar la guerra carlista; eliminar la deuda pública, al ofrecer a los compradores de bienes la posibilidad de que los pagaran con títulos emitidos por el Estado; atraerse a las filas liberales a los principales beneficiarios de la desamortización, que componían la incipiente burguesía con dinero; poder solicitar nuevos préstamos, al gozar ahora Hacienda de credibilidad, y cambiar la estructura de la propiedad eclesiástica, que de ser amortizada y colectiva pasaría a ser libre e individual. Pero había más: la Iglesia sería reformada y transformada en una institución del Nuevo Régimen, comprometiéndose el Estado a mantener a los clérigos y a subvencionar el correspondiente culto.

La desamortización "general" de Madoz.
El 1 de mayo de 1855, el ministro de Hacienda, Pascual Madoz, también progresista y amigo de Mendizábal, sacó a la luz su Ley de Desamortización General. Se llamaba "general" porque se ponían en venta todos los bienes de propiedad colectiva: los de los eclesiásticos que no habían sido vendidos en la etapa anterior y los de los pueblos, los llamados bienes de propios (aquellos que proporcionaban, por estar arrendados, una renta al Concejo), y los comunes (que no proporcionaban renta y eran utilizados por los vecinos del lugar). La desamortización de bienes de propios y comunes se prolongó hasta 1924
El procedimiento utilizado para las ventas fue una copia del de Mendizábal; sin embargo, había dos diferencias claras.
§  Una se refería al destino del dinero obtenido: sin las anteriores angustias de Hacienda, fue dedicado a la industrialización del país o, mejor y de modo más concreto, a la expansión del ferrocarril.
§  La otra diferencia estaba en la propiedad de dicho dinero: el Estado no era el propietario, sino los ayuntamientos. Aquel percibiría el importe de las ventas en nombre de estos y lo transformaría en lo que hoy podrían ser bonos del Estado, lo cual significaba que este se convertía en "custodio" de los fondos de los ayuntamientos, utilizándolos para el bien de todos. En este proceso, la burguesía con dinero fue de nuevo la gran beneficiaria, aunque la participación de los pequeños propietarios de los pueblos fue mucho más elevada que en el anterior de Mendizábal.

CONSECUENCIAS
a)      Sociales :

­  El resultado de la desamortización será concentrar la propiedad en cada región en proporción al grado existente previamente, por lo tanto no se produjo un cambio radical en la estructura de la propiedad.
­  Las parcelas pequeñas que se subastaron fueron compradas por los habitantes de localidades próximas, mientras que las de mayor tamaño, las adquirieron personas más ricas que vivían generalmente en ciudades a mayor distancia de la propiedad.
­  En la zona meridional de predominio latifundista, no existían pequeños agricultores que tuvieran recursos económicos suficientes para pujar en las subastas de grandes propiedades, con lo cual se reforzó el latifundismo. Sin embargo esto no ocurrió en términos generales en la franja norte del país.
­  Otra cuestión diferente es la privatización de los bienes comunales que pertenecían a los municipios. Muchos campesinos se vieron afectados al verse privados de unos recursos que contribuían a su subsistencia (leña, pastos etc.), por lo cual se acentuó la tendencia emigratoria de la población rural que se dirige a zonas industrializadas del país o a América. Este fenómeno migratorio alcanza niveles muy altos a finales del siglo XIX y principios del XX.

b)      Económicas

­  Saneamiento de la Hacienda Pública que ingresó más de 14.000 millones de reales procedentes de las subastas.
­  Se produjo un aumento de la superficie cultivada y de la productividad agrícola, asimismo se mejoraron y especializaron los cultivos gracias a nuevas inversiones de los propietarios. En Andalucía, por ejemplo, se extendió considerablemente el olivar y la vid. Todo ello sin embargo influyó negativamente en el aumento de la deforestación.

c)      Culturales

­  Muchos cuadros y libros de monasterios fueron vendidos a precios bajos y acabaron en otros países, aunque gran parte de los libros fueron a engrosar los fondos de las bibliotecas públicas o universidades.
­  Quedaron abandonados numerosos edificios de interés artístico (iglesias, monasterios) con la subsecuente ruina de los mismos, pero otros en cambio se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos u otras instituciones.

d)      Políticas e ideológicas

­  Uno de los objetivos de la desamortización fue permitir la consolidación del régimen liberal y que todos aquellos que compraran tierras formaran una nueva clase de pequeños y medianos propietarios adictos al régimen. Sin embargo no se consiguió este objetivo, al adquirir la mayor parte de las tierras desamortizadas, particularmente en el sur de España, los grandes propietarios, como ya se ha comentado.

e)      Otras

­  La desamortización de los conventos contribuyó a la transformación del modelo de ciudad. En muchas grandes ciudades, se pasó de la ciudad conventual, con grandes edificios religiosos, a la ciudad burguesa, con construcciones de más altura, ensanches y nuevos espacios públicos gracias a los derribos.

­  Los antiguos edificios religiosos pasaron a tener otros usos, muchos se transformaron en edificios públicos (museos, cuarteles, hospitales), otros fueron demolidos para la apertura de nuevas calles o el ensanche de las existentes, algunos se convirtieron en templos parroquiales o se subastaron y pasaron a manos privadas.

El Sexenio democrático

Tema 6. El Sexenio democrático.
1.- Las causas de la revolución.
1.1. La crisis económica.
El último periodo de gobierno de Isabel II coincide con una fase de expansión económica que afecta a toda Europa. Pero en la década de los 60 la situación empieza a cambiar, haciéndose  patente una grave crisis económica (1866). La recesión se manifestó a nivel financiero e industrial, fue la primera gran crisis del capitalismo y coincide con crisis de subsistencia que empeora la vida de las clases populares.
La crisis financiera se produce por una bajada del valor de las acciones en Bolsa, debido a una crisis en los ferrocarriles. La construcción del ferrocarril había generado una gran inversión de capitales en bolsa, pero cuando empieza su explotación el rendimiento fue muy bajo.
El escaso desarrollo industrial no era suficiente, para que el transporte de pasajeros y mercancías tuviera una gran demanda, por lo que el valor de las acciones se desploma.
Los inversores pidieron subvenciones al gobierno, pero este no tenía fondos y no podía recurrir al préstamo, ya que la deuda pública también se había desplomado (el valor de los bonos pasa de 100 a 35/33). De esta forma, muchas entidades financieras entran en crisis, cancelan sus créditos, extendiéndose la alarma entre empresas y particulares.
La crisis también se manifiesta en la industria, sobre todo en Cataluña. El sector textil se abastecía de algodón estadounidense, pero la Guerra de Secesión (1861/1865) encareció el precio y provoca un periodo de escasez “hambre de algodón”.
Muchas pequeñas industrias algodoneras no pudieron soportar la subida de los precios, en un momento en que la demanda bajaba debido a la crisis general y al fuerte aumento de los precios de los alimentos provocada por la crisis de subsistencia.
En 1866 se inicia la crisis de subsistencia causada por una serie de malas cosechas, que causaron escasez de trigo (alimento básico). Los precios empezaron a subir (en dos años doblan su precio) lo que conlleva el encarecimiento del pan y de otros productos de alimentación básicos (arroz, bacalao, etc...)
La combinación de crisis, agrícola e industrial, empeora la situación. El hambre en el campo genera un clima de violencia social, mientras que el paro en las ciudades empeora el nivel de vida de las clases trabajadoras.

1.2.- El deterioro político.

En la década de 1860 gran parte de la población estaba descontenta con el sistema isabelino. Los grandes comerciantes le pedían medidas para salvar sus inversiones en Bolsa, los industriales medidas proteccionistas, mientras que obreros y campesinos denuncian la miseria en la que viven.
O´Donnell había sido apartado del gobierno tras la revuelta de sargentos del cuartel de San Gil y la dura represión aplicada. No obstante, los siguientes gobiernos moderados (Narváez y González Bravo) siguieron gobernando por decreto, cerraron las Cortes y desoyeron los problemas del país.
El partido progresista que no puede acceder por medios legales al poder, cambiará su estrategia. Así dirigido por Prim, se niegan a participar en las elecciones defendiendo la conspiración como único medio para poder gobernar.
En la misma situación está el Partido Demócrata lo que lleva a ambos partidos a firmar el Pacto de Ostende (1867) para acabar con el moderantismo en el poder. Su compromiso propone el fin de la monarquía y dejar la decisión sobre un nuevo gobierno (monarquía o republica) en manos de unas Cortes constituyentes, elegidas por sufragio universal.
A este pacto se adhieren los Unionistas tras la muerte de O´Donnell, su sucesor Serrano cuenta con el apoyo de buena parte de los altos mandos del ejército. Por otro lado el carácter conservador y opuesto a todo cambio de dicho partido contrarresta el peso de los demócratas y redujo el levantamiento de 1868 en un simple pronunciamiento militar.

2.- La revolución de septiembre de 1868. La gloriosa.
El 19 de septiembre de 1868 la escuadra concentrada en la bahía de Cádiz al mando del brigadier Topete, lleva a cabo un alzamiento militar contra el gobierno de Isabel II
            Prim exiliado en Londres y Serrano en Canarias se unen a los sublevados y consiguen el apoyo de la población gaditana, tras la publicación de un manifiesto en los que se pide a la población que acudan a las armas para defender la libertad, el orden y la honradez con el lema: ¡Viva España con honra!
En los días siguientes la sublevación llega a Málaga, Almería y Cartagena.
Por su parte, Isabel II defiende su trono con las armas, enviando desde Madrid un ejército para enfrentarse al de Serrano que se reagrupa en Andalucía. Cerca de Córdoba, en Puente de Alcolea se libra una batalla que dará la victoria a las fuerzas revolucionarias.
El gobierno no tuvo más salida que dimitir y la reina no pudo más que exiliarse, saliendo desde San Sebastián en dirección a Francia el 29 de septiembre de 1868.
Paralelamente al pronunciamiento y los hechos bélicos, en muchas ciudades españolas se formaron Juntas revolucionarias que organizaron el levantamiento y lanzaron llamamientos al pueblo: demandas de libertad, soberanía, separación iglesia-estado, sufragio universal, abolición del impuesto de consumos, elecciones de a Cortes constituyentes, supresión de quintas, reparto de la propiedad o proclamación de la republica.
           
Pero el radicalismo de algunas de las propuestas de las Juntas no eran compartidas por unionistas ni progresistas, que ya habían cumplido su objetivo, derrocar la monarquía.
En los primeros días de octubre los sublevados, tras entrar en Madrid, proponen a la Junta revolucionaria el nombramiento de un Gobierno provisional de carácter centrista, sin consultar a las Juntas locales ni locales.
Como regente se nombra al general Serrano mientras que la presidencia del gobierno recae en Prim que formara un gobierno de progresistas y unionistas, marginando al resto de las fuerzas políticas. Este nuevo ejecutivo ordena disolver las Juntas y desarmar a la Milicia Nacional.

2.2.- La Constitución de 1869 y la regencia.
El gobierno provisional promulga una serie de reformas para atender peticiones del pueblo, como libertad de imprenta, derecho de reunión y asociación, sufragio universal…
Se convocan Cortes constituyentes para enero de 1869,  con sufragio universal masculino (varones mayores de 25 años) que darán la victoria a la coalición gubernamental (progresistas, unionistas y un sector de los demócratas) partidarios de la formula monárquica.  Haciendo su aparición dos importantes minorías: los carlistas y los republicanos.
Las Cortes se reúnen en febrero. Se crea una comisión que se encargará de redactar una nueva constitución.
La constitución de 1869
Es la primera demócrata y recoge un amplio régimen de derechos y libertades:
­          Reconoce los derechos de manifestación, reunión y asociación.
­          Libertad de enseñanza e igualdad para obtener empleo.
­          Libertad para profesar cualquier religión, de forma pública o privada, aunque el Estado mantiene el culto católico.
­          Se reconoce la soberanía nacional de la que emana la legitimidad de la monarquía y la división de poderes.
­          El Estado es monárquico, pero el poder legislativo reside exclusivamente en las Cortes, el rey solo las promulga, no podía vetarlas y su poder queda limitado.
­          Las Cortes las componen un Congreso y un Senado que deberían reunirse al mismo tiempo.
­          Las provincias de Ultramar, Cuba y Puerto Rico, tiene los mismos derechos que las peninsulares, mientras que Filipinas se gobierna por una ley especial.

Una vez proclamada la constitución, el trono sigue vacante, así que las Cortes nombran en una regencia que recae en el general Serrano, mientras que para la jefatura del gobierno se elige a Prim.
La regencia y el gobierno deben enfrentarse a una serie de problemas: los republicanos estaban descontentos con las reformas, los carlistas volvían a la insurrección, la situación económica era grave y había que encontrar un rey para la corona española.
Sin embargo, a nivel internacional este gobierno fue bien recibido ya que ponía fin al nefasto e inestable gobierno de Isabel II, ya que estos nuevos dirigentes parecían más profesionales para llevar a cabo las reformas, tan necesarias, que necesitaba el país.
2.3.- El intento de renovación económica.
Uno de los objetivos de la “Gloriosa” era reorientar la política económica. Para ello había que desarrollar una legislación que protegiera los intereses económicos de la burguesía y de los inversores extranjeros.
La política económica defiende el librecambismo y abre el mercado español a la entrada de capital extranjero.
Las reformas fundamentales se realizan desde el ministerio de hacienda (Laureano Figuerola):
  • Se suprime el impuesto de consumos (grava a los productos básicos), pero se mantiene para las haciendas locales.
  • Se introdujo la contribución personal, que gravaba a todos los ciudadanos de forma directa según su renta.
  • La peseta se estableció como unidad monetaria, equivalente a 4 de los antiguos reales, en un intento de unificar y racionalizar el sistema monetario.
  • Había que reducir la deuda pública y los intereses que devengaban y había que pagar los préstamos pedidos a la banca extranjera.
  • El Estado tendría que subvencionar a las compañías ferroviarias con recursos públicos si no querían desaparecer.
  • La solución que se plantea es la Ley de Minas, que supone la venta o concesión de las explotaciones mineras a diferentes compañías extranjeras, lo que además de favorecer una liberalización de la economía daba facilidades a la entrada de capital extranjero en nuestro país.  Con esta “desamortización” del subsuelo se pretendía pagar los préstamos que se adeudaban.
  • Se liberalizan los intercambios exteriores con la ley de Bases arancelarias de julio de 1869, que ponía fin a las políticas proteccionistas y liberalizaba los intercambios exteriores. Esta medida no fue bien aceptada por los industriales algodoneros catalanes ni por los cerealistas castellanos que veían peligrar su monopolio.
2.4.- La frustración de las aspiraciones populares.
La constitución de 1869 consolida un régimen político basado en los principios liberal-democráticos, que impulsaron la revolución de septiembre de 1868. Sin embargo frustró las aspiraciones de muchos, sobre todo las de carácter popular.
Los republicanos no estaban contentos con el sistema de gobierno monárquico, los sectores más radicales no aprobaban el mantenimiento del culto y el clero por parte del Estado, mientras que los campesinos, jornaleros y trabajadores de las fabricas no habían superadas las desigualdades sociales que empeoraban su vida.
            Durante la regencia 1869/1870 la conflictividad social fue en aumento. El campesinado, andaluz y extremeño demandaba un mejor reparto de la tierra, mientras que en la ciudad se protestaba contra los consumos, las quintas y el aumento de los precios. Paralelamente el despertar del movimiento obrero radicaliza sus demandas para mejorar las condiciones de trabajo y salario.
Los republicanos lideraron las manifestaciones de descontento, pero el fracaso de las insurrecciones y la imposibilidad de alcanzar sus objetivos por vía parlamentaria y política, hacen que estos sectores se inclinen hacia posiciones más radicales y apolíticas. (Internacionalismo) estas ideas habían llegado a España en 1868 con la ampliación de libertades públicas otorgadas por el gobierno provisional como la apertura de fronteras, el derecho de asociación y la libertad de imprenta.
Las ideas de la I Internacional, como el socialismo y anarquismo, daban un nuevo enfoque a las organización del proletariado y del campesinado****
3.- Las fuerzas políticas: el auge del republicanismo.
3.1 El panorama político.
A partir de de 1868 el panorama político estuvo dominado por grandes tendencias como:
En la derecha, los carlistas, que aceptan el juego parlamentario y se presentan con un programa que defiende el catolicismo y la monarquía tradicional.  Se encuentras en la zona del País Vasco y Navarra y otras zonas de Cataluña y Levante.
También a la derecha están los moderados, entre los que destaca Antonio Cánovas del Castillo. Son fieles a Isabel II y piden su regreso al trono. Están apoyados por la burguesía agraria latifundista.
 En el centro estaba la unión monárquico-democrática que agrupaba diputados unionistas dirigidos por Ríos Rosas, una mayoría progresista en torno a Prim, Sagasta y Ruiz Zorrilla y un  pequeño grupo de monárquicos demócratas. Defendían un gobierno monárquico subordinado a la soberanía nacional y el respeto por las libertades públicas. Cuentan con el apoyo de la burguesía financiera e industrial, las clases medias urbanas, y amplios sectores de ejército, la intelectualidad y las profesiones liberales.
A la izquierda el Partido Republicano Federal que surge de la escisión del demócrata, cuenta con 69 diputados liderados por Pi y Margall y Figueras. Defienden la republica como forma de gobierno, la separación iglesia-estado y el laicismo de este. Se opone a la intervención del ejército en política y promueve un proyecto de cambio social que amplíe los derechos democráticos y sea el Estado quien regule las relaciones laborales.

El republicanismo liberal tiene dos tendencias:
Los benévolos,  controlaban la dirección del partido ( Pi y Margall ) y eran partidarios de del respeto a la legalidad por lo que no defendían las insurrecciones armadas. Pensaban que el federalismo debía establecerse de “arriba abajo”, es decir impulsado por el gobierno.
Por otro lado estaban los intransigentes, (José Mª de Orense) apoyan la insurrección popular para proclamar la republica, defendiendo que los distintos territorios podían declararse independientes para después pactar libremente su unión como una república federal, es decir  “desde abajo”.
            También existía un grupo conocido como unitarios, que defendían un modelo de estado unitario no federal, al tiempo que defienden posturas políticas y sociales más conservadoras.

3.2.- El republicanismo federal.
Sus apoyos son la pequeña burguesía, las clases populares urbanas y parte del movimiento obrero y campesino. (Entre sus filas surge la llamada cuestión social)
Su auge se debe al desencanto de las masas populares, que vieron que las reformas de demócratas y progresistas no se realizaban. El republicanismo parecía que se mostraba preocupación por mejorar las condiciones de las clases trabajadoras.
En la revolución de 1868 se plantean peticiones de carácter social más avanzadas que las de otras revueltas liberales anteriores. Ello se debe a la implicación de las clases populares en el proceso revolucionario. Se trata no solo de de tener participación política, sino de mejorar las condiciones de trabajo, salarios o el reparto de tierras.
Los primeros levantamientos al grito “! República federal o muerte!” se producen en Cádiz en diciembre de 1868. Los levantamientos se suceden al año siguiente en Málaga, Sevilla, Badajoz, Béjar (salamanca) orense, Tarragona, Gandía y valencia. En todas revueltas se pide la proclamación de la república, la oposición a la monarquía y reivindicaciones sociales, entre ellas su oposición a quintas, aunque no consiguieron su abolición.
            En mayo del 69 los republicanos federales españoles promovieron una serie de levantamientos constituyendo el Madrid un Consejo federal provisional. Se llegaron a movilizar partidas de más de 45.000 hombres en Cataluña, Aragón, Andalucía Valle del Guadalquivir y Valencia, pero actuaban de forma muy descoordinada.
Prim tuvo que recurrir al ejército para sofocar el levantamiento, a finales del 69 el jefe del gobierno proclama el fin del movimiento republicano

4.- El reinado de Amadeo de Saboya 1871/1873.
Prim sería el encargado de buscar un candidato idóneo para la vacante del trono español que obtuviera la aceptación internacional. Surgen varios candidatos, Fernando de Portugal, Leopoldo de Hohenzoller (alemán).
El candidato adecuado fue Amadeo de Saboya, miembro de una dinastía que gozaba de gran popularidad debido a su intervención en la unificación de Italia, con una concepción democrática de la monarquía.
Tenía 26 años cuando fue elegido rey en las Cortes de noviembre de 1870 llegando a Cartagena el 30 de diciembre. Tres días antes habían asesinado a Prim su principal valedor y consejero siendo coronado el 2 de enero.
4.2.- Las dificultades de la nueva dinastía.
Los inicios de esta monarquía democrática fueron difíciles ya que cuenta con pocos apoyos. En las Cortes sólo lo apoyaron 191 de los 311 diputados presentes. Los progresistas y unionistas le apoyan pero no en su totalidad.
La aristocracia, el clero y la antigua camarilla de Isabel II se le oponen, más aún cuando el rey reconoce públicamente que reducirá el boato de la corte y que se mantendrá  neutral en cuestiones políticas.
Tampoco recibe el apoyo de la totalidad del ejército, lo que fue complicado tras el nuevo rebrote del carlismo o la guerra de Cuba, ni obtiene el favor del pueblo contrario a la monarquía y favorable a las ideas republicanas.
El régimen de Amadeo fue plenamente democrático, ya que establece el sufragio universal y una amplia serie de libertades políticas, pero los dos años de su reinado se vio marcada por constantes dificultades. Los problemas económicos eran constantes y se tuvo que emitir más deuda pública, además los grupos políticos estaban constantemente en desacuerdo, se reaviva la guerra carlista y las insurrecciones republicanas y se inicia la guerra en Cuba.
4.3.- Una permanente inestabilidad
Amadeo  contó desde el principio con la oposición de los moderados que consideraban ilegitima su dinastía y eran fieles a los Borbones. Pero eran conscientes de la impopularidad de Isabel, así que empiezan a organizar la restauración borbónica pero en la figura de su hijo Alfonso.
Cánovas, principal dirigente de los moderados, fue agrupando descontentos de entre los moderados y progresistas convenciéndoles de que la monarquía Borbón supondría orden y estabilidad frente al excesivo liberalismo de Amadeo. A ellos se suma la Iglesia, descontenta con Amadeo por obligarles a firmar la constitución de 1869 y las elites del dinero ya que la legislación vigente atacaba sus intereses, abolición de la esclavitud en Cuba, regulación del trabajo infantil, etc.
Este clima de libertad, lo aprovechan un sector de los carlistas que se han reorganizado como fuerza política. La marcha de Isabel II y la llegada de Amadeo animan a los carlistas a iniciar una nueva sublevación para apoyar a su candidato Carlos VII.


La rebelión se producen en el país Vasco y se extiende a Navarra y zonas de Cataluña, pero aunque no fue un verdadero peligro si fue una fuente de problemas constantes.
Mientras otra parte del carlismo se afianza como una fuerza política ultracatólica y opuesta a la nueva monarquía.
El nuevo rey tampoco contó con el apoyo de los republicanos y de los grupos populares que querían un cambio en el sistema social. Así en el año 1872 se producen insurrecciones federalistas combinadas con ideas internacionalistas, sobre todo anarquistas que fueron duramente reprimidas y aumentaron aún más la inestabilidad.
Otro grave problema del reinado de Amadeo fue la guerra de Cuba, la guerra de los diez años,  que se inicia en 1868 con el “grito de Yara” . La insurrección dirigida por los criollos (blancos nacidos en la isla) cuenta con el apoyo popular por la promesa de abolir la esclavitud.
            Aunque el gobierno era partidario de conceder reformas políticas a la isla, la negativa de los sectores políticos españoles con intereses allí, frustraron la solución pacifica y llevaron a la guerra.
Pero el principal problema de amadeo fue la desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas). En dos años se forman 6 gobiernos, mientras que la oposición se abstiene en las elecciones como forma de presión política.
Asi privado de todo apoyo, el 11 de febrero de 1873, amadeo de Saboya presento su renuncia al trono, abandonando España, dejando una imagen de pais ingobernable y contrario a la monarquia parlamentaria.

5.- La I República española 1873/1874
5.1.- La proclamación de la república.
En ausencia de rey, las Cortes depositarias de la soberanía nacional decidieron poner a votación la proclamación de la republica que fue aprobada el 11 de febrero de 1873 por una amplia mayoría de 258  a 32. Siendo elegido como primer presidente un republicano federal, Estanislao Figueras.
            Sin embargo gran parte de la cámara era monárquica que habían votado a los republicanos para ganar tiempo y propiciar la vuelta de los Borbones. Así pues la República nacía ya con pocas posibilidades de éxito, lo que evidenciaba el aislamiento internacional del nuevo sistema. Salvo EEUU y Suiza, ninguna potencia reconoce a la republica que podría poner en peligro la estabilidad de Europa, burguesa y conservadora.

Sin embargo, este sistema fue recibido por las clases populares con gran entusiasmo ya que pensabas que sus aspiraciones de cambio social se cumplirían.
Los federales ocuparon muchos ayuntamientos y formaron Juntas revolucionarias para desplazar de la administración a los antiguos cargos. En Andalucía se produjo un movimiento insurreccional que quería solucionar el problema del reparto de tierras, lo que provoca fuertes protestas. En las ciudades, también se producen movilizaciones populares, sobre todo de obreros catalanes, a favor de la reducción de la jornada laboral, el aumento de salarios y la implantación del Estado Federal.

Sin embargo, los dirigentes del nuevo gobierno republicanos, estaban muy lejos de estas aspiraciones revolucionarias. Sus intereses se encaminan a pacificar el país y respetar la legalidad, por lo que opta por la disolución de las Juntas y la represión de las insurrecciones.
Se convocan cortes constituyentes que ganan ampliamente los federales, con 344 diputados, los unitarios 2, los radicales (progresistas) 20 y los constitucionalistas (demócratas) 7. Alfonsinos y amadeistas solo unos pocos mientras que los carlistas no participan.
La victoria electoral de los republicanos era engañosa, ya que más de un 60% del electorado se abstiene.
5.2.- El intento de instaurar una República federal.
Las Cortes se abren el de junio de 1873 y el día 7 se proclama la Republica. La Presidencia recae en Estanislao Figueras, pero dimite y se elige a Francisco Pi y Margall.
El propósito de este gobierno era hacer grandes reformas:
­          Elaboración de una constitución federal
­          Separación de Iglesia y Estado
­          Concesión de la independencia a las colonias  y abolición de la esclavitud
­          Restauración de la disciplina en el ejercito
­          Creación de leyes sociales, de enseñanza, quintas, trabajo, consumos…
­          Legislación proteccionista en el ámbito laboral.
­          Reforma fiscal.
Pero los pocos meses en los que duró la experiencia republicana no permite el desarrollo de esta legislación reformadora.
 El proyecto de Constitución federal
Se presenta en julio, pero no fue debatido ni promulgado.
La constitución federal de 1873 se presentaba como democrática y reconocía amplias libertades y derechos. La república contaría con presidente, dos cámaras, Senado y Congreso, declarando la libertad de culto y la separación de la Iglesia del Estado.
La estructura del Estado se compondría de 17 Estados, entre ellos Cuba. El poder emanaba de tres niveles: municipios, Estados regionales y Estado federal.
Los Estados regionales tendrían autonomía económica, administrativa y política, compatible con la existencia de la Nación, elaborando sus propias constituciones, también compatibles con la del Estado federal. El proyecto constitucional establecía un Estado no centralista recogiendo las tradiciones regionalistas (origen de los futuros nacionalismos)

Los conflictos armados.
La I República tuvo que enfrentarse a graves problemas que paralizaran la acción de gobierno:
El Carlismo, que con la llegada de la república, había pasado de un enfrentamiento de unas pocas partidas a un verdadero frente abierto, con un ejército y la dominación de diversos territorios, gran parte de Cataluña, con incursiones hacia Teruel y cuenca, así como las provincias Vascas y el Maestrazgo.
En estas zonas se articula un embrión de Estado, ayuntamientos y diputaciones se organizan bajo principios forales, con su propia lengua y sus instituciones regionales.
El ejército gubernamental impide que el conflicto se extienda a más territorios pero no fueron capaces de acabar con el prolongándose hasta 1876


La guerra en Cuba continuaba desde 1868 y las autoridades y funcionarios españoles en la isla, favorables a la opción monárquica, actuaron al margen de las autoridades republicanas. No obstante, la república intentó dar solución al problema de Cuba y Puerto Rico incluyéndolas en la estructura federal del Estado.
El carlismo, la guerra de Cuba, la oposición de los monárquicos,  y las divisiones entre los propios republicanos dificultaron el proyecto republicano.
5.3.- La sublevación cantonal.
Fue el problema más grave al que tuvo que enfrentarse la República.
El cantonalismo es un fenómeno complejo en el que se mezclan las aspiraciones autonomistas con las aspiraciones de revolución social. La proclamación de los cantones independientes, con sus gobiernos autónomos y su propia legislación es consecuencia de la aplicación de la estructura federal y del deseo de avanzar en reformas sociales.
Así en las zonas de fuerte republicanismo conocedoras de las ideas anarquistas proclamaron cantones en Cartagena, Sevilla, Cádiz, Granada, Málaga, Bailén, Andújar, Tarifa, Algeciras, Castellón, Valencia, Alicante, Torrevieja, Almansa y Salamanca.
Sus protagonistas son artesanos, pequeños comerciantes y asalariados dirigidos por los federales intransigentes que no estaban de acuerdo con el rumbo que tomaba la república.
Pi y Margall se opone a reprimir con las armas los cantones y dimite. Lo sustituye Nicolás Salmerón, quien pone fin al dialogo con los cantones e inicia una acción militar que acaba con la insurrección, pero que volvió a dar poder al ejército, que ahora se veía como garante del orden y freno a la revolución social.
Salmerón dimite al negarse a firmar sentencias de muerte contra activistas cantonalistas emitidas por las autoridades militares.
Le sustituye Emilio Castellar (republicano unitario) mucho más conservador en temas sociales. La republica se desplaza hacia posturas de derecha.
El nuevo gobierno intenta aplicar una política de autoridad y fuerza para controlar los problemas que aquejaban al país. (Caso de Cartagena, Texto)

El 13 de septiembre de 1873 Castelar asume plenos poderes, reorganiza el ejército, obtiene un crédito y gobierna con el Parlamento cerrado hasta el 2 de enero de 1874.
5.4.- El fin de la experiencia republicana.
            Desde septiembre de 1873 la república había dado un giro conservador con el gobierno de Castelar, que había ido abandonando las posturas federalistas y reformistas.
Castelar no tenía mayoría en las Cortes y había suspendido las actividades parlamentarias, gobernando de forma autoritaria con el apoyo de los jefes militares que mantenían el orden público.
En diciembre de 1873 un sector de los diputados acuerdan llevar a cabo una moción de censura para forzar la dimisión de Castelar. La intención era controlar el gobierno y volver a los planteamientos del republicanismo inicial.

El 3 de enero de 1874 se abren las Cortes con la derrota del gobierno de Castelar y la formación de un nuevo gobierno, presumiblemente de izquierdas.
Pero el capitán general de Castilla, Manuel Pavía, el 4 de enero de 1874 exige la disolución de las Cortes republicanas y aunque los diputados se niegan, la entrada de la guardia civil en el hemiciclo les obliga a abandonar la cámara.
Apenas si hubo resistencia, ni política, ni popular lo que evidencia la debilidad de la república.

El poder pasó a una coalición de unionistas y progresistas encabezada por el general Serrano, que intentó estabilizar  un régimen republicano de carácter conservador. Pero la falta de apoyo era evidente y la solución se veía en otra opción.
La solución Alfonsina era la opción preferible, es decir, favorecer la vuelta de Alfonso XII, hijo de Isabel II y con él, la monarquía.
El 1 de diciembre, el príncipe Alfonso de Borbón había firmado el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas que resume el programa de la nueva monarquía Alfonsina: régimen conservador y católico que garantizase el funcionamiento del sistema político liberal y restableciera la estabilidad política y el orden social.

El 29 de diciembre de 1874, Arsenio Martínez Campos lleva a cabo un pronunciamiento en Sagunto, proclamando rey de España a Alfonso XII.

Por su parte y con anterioridad, Isabel II había abdicado en su hijo y Cánovas del Castillo se había convertido en el dirigente e ideólogo de su causa.