domingo, 21 de diciembre de 2014

LAS TRANSFORMACIONES DE LA AGRICULTURA. LAS DESAMORTIZACIONES

LAS TRANSFORMACIONES DE LA AGRICULTURA.
La concepción jurídica de los derechos de propiedad de los gobiernos liberales del siglo XIX, implican la desaparición de las formas propias del Antiguo Régimen (señorío, mayorazgo, bienes comunales, manos muertas) y la consolidación de la propiedad privada de la tierra, como parte de la nueva organización capitalista de la economía.
En sus decisiones influyen los graves problemas agrarios: la oposición del campesinado a seguir pagando viejos derechos feudales, la necesidad de acceso a la tierra, así como la de fomentar la modernización y el progreso en el sector.
De esta forma se inicia una reforma agraria liberal tras la subida de los liberales al poder en 1836, cuyo objetivo era liberar a las tierras de las trabas del Antiguo Régimen, desarrollar la propiedad privada y fomentar la economía de mercado. Las medidas principales fueron:
·         abolición de los señoríos y de los derechos jurisdiccionales
·         desvinculación de la propiedad
·         desamortización de las tierras en manos de la Iglesia y los ayuntamientos
·         así como otras medidas encaminadas a dar libertad a sus propietarios para disponer de sus tierras y sus productos, como son las leyes de cercamiento, fin del privilegio del ganado, libertad de arrendamientos, etc.
LOS EFECTOS DE LA REFORMA AGRARIA.
La abolición de los señoríos y de los derechos jurisdiccionales no significó la perdida de los derechos sobre la tierra de los antiguos señores, ya que la mayoría los había transformado en propiedad privada.
Gran parte del campesinado pleitea contra ellos para acceder a la propiedad de la tierra que cultivaban, pero los tribunales fallan siempre a favor de la nobleza, considerándola “propiedad natural” y a no ser que los campesinos tuvieran documentos (contratos) indiscutibles, la propiedad era de la nobleza.
De esta forma, aunque el campesinado queda libre del pago de las rentas señoriales su situación apenas mejora. Tras la reforma pasan a ser arrendatarios o asalariados de un propietario privado, lo que lleva a agravar el problema del jornalerismo.
La desvinculación de la tierra y las desamortizaciones de Mendizábal en 1836 y Madoz en el 1855permitireron que miles de propiedades salieran al mercado lo que modifica profundamente la propiedad territorial. Miles de edificios y parcelas agrarias cambian de dueño, aumentando el número de poseedores.
Pero el objetivo de los liberales de convertir en propietarios a los pequeños y medianos campesinos no se cumple ya que excepto en algunas zonas, compraron las tierras quienes ya las tenían y quienes contaban con recursos para comprarlas. (Funcionarios, comerciantes, militares…)
Además los nuevos propietarios estaban más interesados en conseguir beneficios rápidos, que en invertir en la tierra y dedicarse profesionalmente a ella. Los compradores no eran campesinos, así que la desamortización no consigue su objetivo, crear una amplia masa de medianos propietarios que mejoraran el sector agrícola.
Si tuvo éxito en otras cuestiones: se obtiene beneficio para financiar la guerra carlista, la hacienda pública adquiere liquidez, se fomenta la construcción del ferrocarril y la tierra se pone en mano de un sector social que quería obtener beneficios, por lo que se mejora el rendimiento debido a la expansión de cultivos y apenas por las mejoras técnicas.
 Los límites del crecimiento agrario.
La consecuencia más importante de la reforma agraria liberal fue el aumento de la roturación de tierras que estaban sin cultivar. Se pasa de 10 a 16 hectáreas y se consigue una producción de cereal suficiente, sólo se importará en ocasiones especiales, lo que va a permitir un crecimiento sostenido de la población.
La mayor expansión de cultivos se produjo en los cereales (80% del suelo) le siguen la vid, el maíz y la patata. Sin embargo el ganado sufrió un retroceso, ovino y con más intensidad el lanar. Esta ultima afectada por la bajada de las exportaciones de lana, la supresión de la Mesta y sus privilegios, así como las nuevas roturaciones. No obstante aumenta la cabaña porcina.
El aumento de la producción agrícola se alcanza por el aumento de la superficie cultivada y no por la modernización de las técnicas de cultivo, que seguían siendo atrasadas con respecto a Europa. El sector no está estancado pero los progresos son muy modestos.
El lento aumento de la productividad, clave del atraso agrícola se atribuye en parte al marco natural, orografía, suelo, clima, poco favorable, pero sobre todo a la estructura de la propiedad que no permite la mejora técnica.
Existen dos tipos de propiedades:
·         El minifundio (pequeñas propiedades) se encuentran en la submeseta norte y en Galicia. En estas propiedades la producción se destinaba al autoconsumo dada su escasa rentabilidad, lo que no permite la innovación o la venta de excedentes en los mercados.
·         El latifundio (gran propiedad)  se sitúa en Castilla_La Mancha, Extremadura y Andalucía. La mayoría de estos propietarios no estaban interesados en invertir para mejorar el cultivo, sino para obtener beneficio rápido.
Estos tipos de propiedades, frenan la innovación agrícola y deja al campesinado sin tierras en condiciones muy precarias. Esto generará una notable conflictividad campesina a lo largo del siglo XIX.


  EL PROCESO DESAMORTIZADOR.

Según la doctrina liberal, los hombres deberían ser felices. Para alcanzar dicha felicidad es necesario poseer unos bienes que aseguren tanto el presente como el futuro. Desde esta perspectiva la propiedad se convierte en un derecho natural, pues se trata del medio imprescindible para alcanzar la felicidad.

Ya que todos los hombres buscan la felicidad, es necesario que gocen de total libertad y se encuentren en igualdad de oportunidades. Atendiendo a esto, el Estado debe garantizar:
- La propiedad privada
- La libertad


De acuerdo con estos razonamientos, la revolución liberal burguesa actuó sobre el sistema de tenencia y propiedad de la tierra, logrando cambios significativos.

En el Antiguo Régimen gran parte de la tierra era de manos muertas, es decir, estaban fuera del mercado. Pertenecían a la Iglesia o a los municipios. Además de no tributar no podían ser vendidas. Al encontrarse fuera del mercado se obstaculizaba su capitalización y mejora. En el siglo XVIII los reformistas ilustrados, preocupados por maximizar los beneficios procedentes de la explotación de la tierra, trataron, tímidamente, de cambiar el sistema señorial de propiedad. Pero habrá que esperar al siglo XIX para que se produzcan verdaderos cambios en el sistema de propiedad y tenencia de la tierra. Para ello fue necesario desvincular los bienes de la nobleza y desamortizar los bienes eclesiásticos y municipales:

·         Mediante las desvinculaciones se liberan las tierras de los patrimonios vinculados, pasando sus titulares de usufructuarios a propietarios, pudiendo de este modo vender libremente sus posesiones. Para poner en marcha las desvinculaciones eran necesarias otras medidas legales previas:
­          Abolir los señoríos, lo cual implicaba acabar con las relaciones de dominio de los señores sobre los habitantes de sus territorios.
­          Convertir la tierra en propiedad particular y libre.
­          Suprimir los mayorazgos. Era ésta una institución de origen medieval mediante la que se asegura la integridad de los patrimonios, transmitiéndose estos al primogénito, que quedaba como usufructuario, no pudiendo vender los bienes heredados y debiendo transmitirlos íntegros a sus herederos.
·         A través de la desamortización el estado nacionaliza los bienes, eclesiásticos o civiles (de los municipios) para su posterior venta en subasta pública.

Con estas medidas se pretendía, en definitiva, aumentar el número de propietarios, los cuales, mediante la aplicación de su trabajo, aumentarían su riqueza, y con ello su felicidad, al tiempo que contribuirían a aumentar la riqueza nacional.

En una desamortización se pueden distinguir grosso modo varios pasos:

§  En primer lugar se promulgan leyes para proceder con las desvinculaciones de los bienes nobiliarios y la desamortización de los bienes eclesiásticos y municipales.
§  A continuación el estado se apropia de dichos bienes, dejando de este modo de estar en manos muertas (fuera del mercado) para convertirse en bienes nacionales susceptibles de ser vendidos en el mercado.
§  Finalmente esos bienes salen a la venta en subasta pública.

Los beneficios obtenidos por el Estado español fueron destinados principalmente a amortizar la dilatada deuda pública.

Pueden distinguirse una serie de fases en este largo proceso desamortizador:

- Desamortización de Godoy (1798), ministro de Carlos IV.
- Desamortización de José I y de las Cortes de Cádiz (1811-1813)
- Desamortización del Trienio Liberal (1820-1823)
- Desamortización de Mendizábal (1836-1851)

Con Godoy (1798) se vieron afectados los bienes de la Cº de Jesús y de obras pías y su objetivo fue la recaudación fiscal por las guerras
Durante las Cortes de Cádiz (1813) se atendió a los bienes de las Órdenes Militares, la Inquisición, conventos suprimidos en la guerra, afrancesados y mitad de los ayuntamientos
En el Trienio liberal (1820-23) los bienes afectados son  de los monasterios y ayuntamientos (propios y baldíos).  Y se legisla la desvinculación de los señoríos y supresión del mayorazgo
      La desamortización de Mendizábal.
La puesta en práctica de su decreto trajo la ruptura de las relaciones diplomáticas con Roma y removió y dividió la opinión pública de tal forma, que ha quedado en la historia contemporánea como "la desamortización" por antonomasia.
Durante su gobierno en 1835, lo que le preocupaba era garantizar la continuidad en el trono de Isabel II, esto era, la del nuevo Estado liberal. Para ello era condición necesaria ganar la guerra carlista, que en ese momento resultaba incierta; pero este objetivo no podría realizarse sin dinero o sin crédito.
A su vez, para poder fortalecer la credibilidad del Estado ante futuras peticiones de crédito a instituciones extranjeras, era preciso eliminar, o por lo menos disminuir, la deuda pública es decir,  pagar a los acreedores. Ante la mala situación de Hacienda, calificada por entonces de "espantosa", Mendizábal juzgó que había que recurrir a nuevas "fuentes" de financiación, y estas no eran otras que los bienes eclesiásticos

El decreto desamortizador, publicado en 1836, en medio de la guerra civil con los carlistas, puso en venta todos los bienes del clero regular -frailes y monjas-. De esta forma quedaron en manos del Estado y se subastaron no solamente tierras, sino casas, monasterios y conventos con todos sus enseres -incluidas las obras de arte y los libros-. Al año siguiente, 1837, otra ley amplió la acción, al sacar a la venta los bienes del clero secular -los de las catedrales e iglesias en general-, aunque la ejecución de esta última se llevó a cabo unos años más tarde, en 1841, durante la regencia de Espartero.
Con la desamortización de Mendizábal se pretendían lograr varios objetivos a la vez: ganar la guerra carlista; eliminar la deuda pública, al ofrecer a los compradores de bienes la posibilidad de que los pagaran con títulos emitidos por el Estado; atraerse a las filas liberales a los principales beneficiarios de la desamortización, que componían la incipiente burguesía con dinero; poder solicitar nuevos préstamos, al gozar ahora Hacienda de credibilidad, y cambiar la estructura de la propiedad eclesiástica, que de ser amortizada y colectiva pasaría a ser libre e individual. Pero había más: la Iglesia sería reformada y transformada en una institución del Nuevo Régimen, comprometiéndose el Estado a mantener a los clérigos y a subvencionar el correspondiente culto.

La desamortización "general" de Madoz.
El 1 de mayo de 1855, el ministro de Hacienda, Pascual Madoz, también progresista y amigo de Mendizábal, sacó a la luz su Ley de Desamortización General. Se llamaba "general" porque se ponían en venta todos los bienes de propiedad colectiva: los de los eclesiásticos que no habían sido vendidos en la etapa anterior y los de los pueblos, los llamados bienes de propios (aquellos que proporcionaban, por estar arrendados, una renta al Concejo), y los comunes (que no proporcionaban renta y eran utilizados por los vecinos del lugar). La desamortización de bienes de propios y comunes se prolongó hasta 1924
El procedimiento utilizado para las ventas fue una copia del de Mendizábal; sin embargo, había dos diferencias claras.
§  Una se refería al destino del dinero obtenido: sin las anteriores angustias de Hacienda, fue dedicado a la industrialización del país o, mejor y de modo más concreto, a la expansión del ferrocarril.
§  La otra diferencia estaba en la propiedad de dicho dinero: el Estado no era el propietario, sino los ayuntamientos. Aquel percibiría el importe de las ventas en nombre de estos y lo transformaría en lo que hoy podrían ser bonos del Estado, lo cual significaba que este se convertía en "custodio" de los fondos de los ayuntamientos, utilizándolos para el bien de todos. En este proceso, la burguesía con dinero fue de nuevo la gran beneficiaria, aunque la participación de los pequeños propietarios de los pueblos fue mucho más elevada que en el anterior de Mendizábal.

CONSECUENCIAS
a)      Sociales :

­  El resultado de la desamortización será concentrar la propiedad en cada región en proporción al grado existente previamente, por lo tanto no se produjo un cambio radical en la estructura de la propiedad.
­  Las parcelas pequeñas que se subastaron fueron compradas por los habitantes de localidades próximas, mientras que las de mayor tamaño, las adquirieron personas más ricas que vivían generalmente en ciudades a mayor distancia de la propiedad.
­  En la zona meridional de predominio latifundista, no existían pequeños agricultores que tuvieran recursos económicos suficientes para pujar en las subastas de grandes propiedades, con lo cual se reforzó el latifundismo. Sin embargo esto no ocurrió en términos generales en la franja norte del país.
­  Otra cuestión diferente es la privatización de los bienes comunales que pertenecían a los municipios. Muchos campesinos se vieron afectados al verse privados de unos recursos que contribuían a su subsistencia (leña, pastos etc.), por lo cual se acentuó la tendencia emigratoria de la población rural que se dirige a zonas industrializadas del país o a América. Este fenómeno migratorio alcanza niveles muy altos a finales del siglo XIX y principios del XX.

b)      Económicas

­  Saneamiento de la Hacienda Pública que ingresó más de 14.000 millones de reales procedentes de las subastas.
­  Se produjo un aumento de la superficie cultivada y de la productividad agrícola, asimismo se mejoraron y especializaron los cultivos gracias a nuevas inversiones de los propietarios. En Andalucía, por ejemplo, se extendió considerablemente el olivar y la vid. Todo ello sin embargo influyó negativamente en el aumento de la deforestación.

c)      Culturales

­  Muchos cuadros y libros de monasterios fueron vendidos a precios bajos y acabaron en otros países, aunque gran parte de los libros fueron a engrosar los fondos de las bibliotecas públicas o universidades.
­  Quedaron abandonados numerosos edificios de interés artístico (iglesias, monasterios) con la subsecuente ruina de los mismos, pero otros en cambio se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos u otras instituciones.

d)      Políticas e ideológicas

­  Uno de los objetivos de la desamortización fue permitir la consolidación del régimen liberal y que todos aquellos que compraran tierras formaran una nueva clase de pequeños y medianos propietarios adictos al régimen. Sin embargo no se consiguió este objetivo, al adquirir la mayor parte de las tierras desamortizadas, particularmente en el sur de España, los grandes propietarios, como ya se ha comentado.

e)      Otras

­  La desamortización de los conventos contribuyó a la transformación del modelo de ciudad. En muchas grandes ciudades, se pasó de la ciudad conventual, con grandes edificios religiosos, a la ciudad burguesa, con construcciones de más altura, ensanches y nuevos espacios públicos gracias a los derribos.

­  Los antiguos edificios religiosos pasaron a tener otros usos, muchos se transformaron en edificios públicos (museos, cuarteles, hospitales), otros fueron demolidos para la apertura de nuevas calles o el ensanche de las existentes, algunos se convirtieron en templos parroquiales o se subastaron y pasaron a manos privadas.

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